escritora, periodista y crítica literaria

La seducción narrativa en ‘Un martes como hoy’ de Cecilia Urbina

Manuel F. Medina
Department of Classical & Modern Languages
University of Louisville

El talen­to como narra­do­ra de Ceci­lia Urbi­na se ha ido acre­cen­tan­do con cada nue­va nove­la publi­ca­da, como lo ates­ti­guan sus últi­mas entre­gas, La ima­gi­na­ción de Roger Donal (1998) y De noche lle­gan (1999), que pre­ce­die­ron a Un mar­tes como hoy  (2004).

Un mar­tes como hoy sur­ge como ejem­plo adi­cio­nal de su des­tre­za narra­ti­va. Con­tie­ne dos ele­men­tos carac­te­rís­ti­cos de toda su obra: lec­to­res y via­je­ros ensu fun­ción diná­mi­ca de lec­to­res que via­jan o via­je­ros que leen. Un mar­tes como hoy ver­sa sobre dos her­ma­nas, Cami­la y Már­ga­ra, y David Mas­ters-Itur­be, todos de ascen­den­cia mexi­ca­na, que se cono­cen explo­ran­do la Cam­bo­ya post-Pol Pot. Su inter­ac­ción par­te de una seduc­ción sutil basa­da en la atrac­ción que des­pier­ta David en las her­ma­nas y vice­ver­sa. David apa­re­ce como un per­so­na­je ajeno a su entorno: tocan­do el piano, ves­ti­do impe­ca­ble­men­te, lleno de vida. La atrac­ción físi­ca ini­cial indu­ce pron­to a un jue­go de seduc­ción don­de los per­so­na­jes se cuen­tan his­to­rias para impre­sio­nar­se mutua­men­te. A los lec­to­res se nos atra­pa en este jue­go y con­ti­nua­mos explo­ran­do el libro en pro­cu­ra del desa­rro­llo y des­en­la­ce de los rela­tos que narran los per­so­na­jes y de su pro­pia his­to­ria. Resul­ta fas­ci­nan­te leer cómo los pro­ta­go­nis­tas, aun­que ple­na­men­te cons­cien­tes de los tru­cos emplea­dos por los rela­to­res, al momen­to de escu­char­los sus­pen­den su escep­ti­cis­mo. Y no pue­den resis­tir­se a par­ti­ci­par en el acto de con­tar. Su via­je de explo­ra­ción por Cam­bo­ya, y lue­go Bali, se entre­te­je con las tra­mas de rela­tos inven­ta­dos. Los enig­mas suge­ri­dos por las estra­te­gias narra­ti­vas cons­ti­tu­yen la fuer­za motriz de la nove­la.

En este sen­ti­do, la nove­la ope­ra en un plano meta­fic­ti­cio.  Los lec­to­res de Un mar­tes como hoy se dejan sedu­cir por la nove­la; de la mis­ma mane­ra, Cami­la, Már­ga­ra y David pasan las noches sedu­cien­do con sus cuen­tos sin ter­mi­nar, cuyo final pos­pues­to inde­fi­ni­da­men­te sir­ve como la más atrac­ti­va arma de con­quis­ta. La estra­te­gia narra­ti­va pre­do­mi­nan­te en la nove­la repre­sen­ta el tejer todas estas his­to­rias muy arti­fi­cio­sa y magis­tral­men­te. Ceci­lia Urbi­na con­tro­la la pre­sen­ta­ción de la infor­ma­ción para man­te­ner la aten­ción de sus lec­to­res que estu­dian sus tex­tos a fin de satis­fa­cer el deseo, tan­to de enten­der la tra­ma como de par­ti­ci­par acti­va­men­te en el jue­go narra­ti­vo que se les ofre­ce. De tal modo, Un mar­tes como hoy  reve­la otra cons­tan­te de las nove­las de Ceci­lia Urbi­na: un exce­len­te domi­nio de las téc­ni­cas narra­ti­vas y talen­to para con­tar.

En Un mar­tes como hoy  se pone de mani­fies­to el cos­mo­po­li­tis­mo de Ceci­lia Urbi­na, una via­je­ra asi­dua. La narra­do­ra reco­ge y entre­ga espa­cios tal como los expe­ri­men­tan y absor­ben los via­je­ros, y lue­go los recrea al con­tar­los en la nove­la. Los per­so­na­jes, colo­ca­dos en este entorno forá­neo, expe­ri­men­tan la con­di­ción huma­na bajo los pará­me­tros de códi­gos cul­tu­ra­les alter­nos. Estos mexi­ca­nos no repa­ran en la nos­tal­gia que sur­ge cuan­do uno se ale­ja de su país; la nove­la se enfo­ca en cómo Cami­la, Már­ga­ra y David inter­ac­túan en este espa­cio al que han lle­ga­do por razo­nes diver­sas. Sub­tex­tual­men­te, el esce­na­rio resal­ta como ele­men­to pri­mor­dial de la nove­la. Se comen­ta sobre la  masa­cre que arra­sa­ra con un millón u medio de per­so­nas. Már­ga­ra medi­ta sobre la des­truc­ción huma­na al obser­var las rui­nas del impe­rio Khmer y foca­li­za los ves­ti­gios, tan­to de la civi­li­za­ción de anta­ño como de la de los cam­bo­ya­nos ase­si­na­dos hace ape­nas un cuar­to de siglo. Már­ga­ra conec­ta la Cam­bo­ya de antes con la actual y cavi­la sobre la natu­ra­le­za peren­ne de dos tra­di­cio­nes uni­ver­sa­les: los con­flic­tos béli­cos y la injus­ti­cia social. “Cuál será el sen­ti­do de estos edi­fi­cios en medio de una tie­rra aso­la­da por el ham­bre y la gue­rra, don­de lo impor­tan­te es sobre­vi­vir y el arte tie­ne que espe­rar momen­tos más gene­ro­sos” (86). Un mar­tes como hoy emplea la rica heren­cia cul­tu­ral cam­bo­ya­na con un doble pro­pó­si­to: exhi­bir las hue­llas del majes­tuo­so impe­rio aho­ra en rui­nas y recor­dar sutil­men­te el epi­so­dio de abu­so de poder que cobra­ra tan­tas vidas. La nove­la se sir­ve de la his­to­ria prin­ci­pal para entre líneas entre­gar­nos una pers­pec­ti­va de la Cam­bo­ya con­tem­po­rá­nea.

Inde­pen­dien­te­men­te de la tra­ma, Un mar­tes como hoy se des­ta­ca por emplear la meta­fic­ción como estra­te­gia para armar el jue­go de la narra­ción y el acto mis­mo de  narrar como com­po­nen­te vita­les. Invo­lu­cra al lec­tor por medio de cone­xio­nes lite­ra­rias que con­tex­tua­li­zan la nove­la y la colo­can den­tro de la lar­ga tra­di­ción de rela­to­res de his­to­rias que mane­jan hábil­men­te la pre­sen­ta­ción de sus cuen­tos. En la obra se alu­de a los Cuen­tos de Can­ter­bury, obvio ante­ce­den­te, con muchos más, del mode­lo de la nove­la .La pro­sa pre­ci­sa de Ceci­lia Urbi­na hil­va­na his­to­rias en don­de los per­so­na­jes jue­gan a inven­tar fina­les nue­vos a his­to­rias cono­ci­das con el fin de entre­te­ner­se m, y de cier­ta mane­ra, lo mis­mo rea­li­za con el lec­tor.