escritora, periodista y crítica literaria

El silencio de los bosques

El silen­cio es, en lo fun­da­men­tal, con­tem­pla­ción. Ste­ve, per­so­na­je cen­tral de la nove­la gus­ta del silen­cio, abo­rre­ce que las per­so­nas insis­tan en expli­car­le el mun­do, pre­fie­re, por el con­tra­rio, des­cu­brir­lo por sí mis­mo. Ste­ve se reco­no­ce y se cons­tru­ye en medio del silen­cio de los bos­ques cobi­ja­do por la altu­ra de los árbo­les. A la muer­te de sus padres, Ste­ve empren­de un via­je, París, Egip­to, Nue­va York. No requie­re de mapas o guías que lo con­ta­mi­nen con ins­truc­cio­nes indi­fe­ren­tes, las cosas y las per­so­nas que le serán sig­ni­fi­ca­ti­vas sal­tan solas a su encuen­tro, lo sabe, lo intu­ye. La nove­la “El silen­cio de los bos­ques” es extra­ña e inte­li­gen­te, sóli­da y refle­xi­va. Cau­ti­va ape­nas en las pri­me­ras pági­nas. Su auto­ra entre­la­za con maes­tría la esté­ti­ca de la con­tem­pla­ción con el arte del silen­cio y nos lle­va por un via­je en don­de todo es ines­pe­ra­do, en don­de todo es ten­ta­dor, como lo es el abis­mo.